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lunes, 31 de marzo de 2014

Empatía y nuevas concepciones didácticas



La  nueva educación: menos contenidos académicos y más empatía


A continuación se muestra un vídeo del programa Redes que tiene mucha relación con la educación y la creatividad. Es una entrevista al hombre más feliz del mundo, Matthieu Ricard, en ella se deja claro que la educación actual incide en el desarrollo de la inteligencia que compete exclusivamente a los contenidos académicos, sin tener en cuenta casi nada el desarrollo de las cualidades humanas. El entrevistado fue sometido a un escáner cerebral en el que se le detectó una actividad extrema en el cortex prefrontal izquierdo, indicador de emociones positivas, mientras que le fue detectada muy baja actividad en la amígdala y el lóbulo derecho, regiones cerebrales correspondientes al miedo y a la depresión, respectivamente.

Matthieu Ricard es un monje budista dedicado a la meditación y al estudio del desarrollo de las cualidades humanas que nos benefician, como son la benevolencia, el altruismo y la compasión, son cuestiones emotivas que propician un mayor control mental y mayor felicidad, lo que nos hace más humanos y más felices, cualidades básicas para potenciar un mayor desarrollo de la creatividad.
El Hombre Mas Feliz del Mundo
http://www.youtube.com/watch?v=_3DeyBRMBI0




El éxito nos hace más creativos:
A todos nos gusta el éxito, vencer los retos del día a día nos hace sentir bien y nos estimula para afrontar nuevos desafíos, es el efecto ganador, ello promueva la innovación y los hace más positivos.
Hay personas convencidas de que van a ganar, mientras que otras les pasa lo contrario, no hay una única respuesta, las experiencias de éxito precoz y la confianza que generan son un factor clave para el éxito, el éxito llama al éxito, si tienes éxito estas más preparado para tener éxito, vistos los efectos que produce en la mente y el cerebro.
Queremos ganar siempre porque nos hace sentir bien, al ganar una vez, probablemente volvamos a ganar, los que triunfan no tienen en cuenta las amenazas, se centran en las posibilidades de recompensas futuras.
Nos gusta ganar, el ansia de competir ha sido el motor que nos ha permitido llegar hasta donde hemos llegado, por un lado colaboramos con los demás y logramos objetivos comunes mejorando con el entorno, por otro lado somos egoístas y buscamos el beneficio personal. Todo tiene su explicación en una simple cuestión fisiológica. Cada vez que ganamos nuestra bioquímica cambia, segregamos testosterona, de esta forma aumentan los niveles de dopamina, un neurotransmisor que activa los circuitos neuronales con los que laboramos nuevos planes, objetivos y estrategias, ganar hace que nos preparemos para volver a ganar, la dopamina activa nuestro circuito de recompensa, el centro en el que sentimos placer y que nos exige repetir de nuevo, los receptores de testosterona aumentarán en número y la próxima vez la experiencia toda vez será más gratificante, ello nos hace sentir mejor, elimina los miedos, la ansiedad y la depresión, mejora las capacidades cognitivas, nos hace más creativos, es algo que todos buscamos, al fin y al cabo comparte circuitos generales con el sexo, aunque cuando llevamos mucho tiempo ganando el cerebro se intoxica, un exceso de testosterona y dopamina puede hacer que nos obsesionemos con el éxito, y entonces aparece un mayor egocentrismo y se reduce la empatía, dejaremos de estar conectados con las personas que nos rodean, nos habremos enganchado al éxito, al triunfo, a la sensación de poder, es cuando aparece el jefe déspota, el poder corrompe, esto podría estar afectando a miles de personas en el mundo y algunos de ellos tendrían el destino de muchas personas.
Las motivaciones y deseos humanos pueden verse condicionados por la práctica repetida que puede incidir más todavía en el deseo, el poder también incide sobre la misma zona o circuito cerebral, el poder también incrementa el deseo sexual, si nos sentimos bien porque alguien nos elogia, el circuito hacer funcionar el sistema, las neuronas se excitan si produces más dopamina, la dopamina reduce el cortisol, la hormona que produce el estrés. Los líderes tienen una visión optimista por este efecto.
La necesidad de ser poderoso es una de las motivaciones inconscientes básicas, las tres son el ansia de poder, de éxito y de pertenencia, las personas con más testosterona puede ser más proclives a querer tener más poder, aunque también hay razones psicológicas para poder controlar más a los demás. Es importante también la suerte, el contexto.
Estamos conectados socialmente mediante la mente, nuestra biología está asociada al entorno, el liderazgo es necesario, estas personas trazan estrategias, estas personas nos liberan a los demás del estrés y de la ansiedad, nos hacen colaborar en equipo para el bien común, como contrapartida ello implica que los líderes renuncien a empatía, pues toman decisiones difíciles para no quedar limitados por las emociones, tienen la fortaleza para tomar decisiones sin una extrema empatía.
Cuando estás llegando a cierta edad evalúas los costes y beneficios para llegar al éxito, a ciertas edades ya no se  es tan ambicioso, nuestros niveles de testosterona y dopamina decrecen, se ralentiza la agudeza mental y el razonamiento cerebral. De ello se desprende que el éxito es algo propio de jóvenes, aunque hay personas mayores con mucho poder, con mucha agresividad y motivación, pues al tener poder los niveles de dopamina y testosterona se mantienen altos, y esto es un fármaco antienvejecimiento muy potente.
 Al ganar generarás dopamina, te sientes bien y tendrás más grandes logros, buscarás conseguir mayores metas, pensarás en comerte el mundo.
Nos enfrentamos al fracaso dependiendo de lo que entendemos implícitamente sobre el talento, hay dos enfoques, el enfoque fijo que corresponde a quienes creen que el talento y las habilidades son innatas, naces o no naces con talento (es un enfoque que evita desafíos, se rinde fácilmente a los obstáculos y considera el esfuerzo ineficaz), mientras que el enfoque incremental cree que el talento nace con el tesón, se desarrolla gracias a los retos y al esfuerzo por mejorar, (acepta desafíos, persiste ante los obstáculos, y asume el esfuerzo como aprendizaje). En los primeros el fracaso supone que no hay talento suficiente, ello es contraproducente y muy duro, en cambio en el segundo enfoque, los fracasos no son una humillación sino que promueven esforzarse más, el fracaso es una estrategia para fortalecerse y mejorar. Hay que felicitarse por el esfuerzo, más que por los resultados.

Cada uno de nosotros tiene una zona de confort, en la que hacemos todo bien, en la que no fracasamos, pero refugiarnos en lo seguro nos limita, para salir de vez en cuando de nuestra zona segura de confort, debemos hacer un esfuerzo consciente, deliberado para arriesgar por experimentar con formas nuevas, la adrenalina que vas a generar arriesgándote nos hace más creativo, fuerte y más rápido. Arriésgate y así saldrás del lugar donde estás aparcado. Un intento por incrementar nuestros talentos genera un mayor bienestar, de esta forma superamos antes los fracasos y volvemos a intentarlo. Hay que perder el miedo al fracaso, “fracasa, fracasa de nuevo, fracasa mejor”, es inteligencia emocional.

Redes 143: El éxito llama al éxito - psicología

 http://www.youtube.com/watch?v=MLXPrGtHXMo


Armonía del cuerpo y la mente. KUNG FU (Carradine)
https://www.youtube.com/watch?v=PDxghvZyxHU
https://www.youtube.com/watch?v=xBFWZX-l4ms
https://www.youtube.com/watch?v=qQX8C2J4jOA

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